Cuando me enteré que existía Picsa, me alegré. Está más que bien que alguien se tome el trabajo de llevar adelante un registro en torno a la Pizza. Si es en formato documental, mejor. Y mejor aún si el que dirige ese documental es Raúl Manrupe, que de cine, de documentales y de Pizzas la sabe lunga.
Pero esta noticia no sólo me generó alegría; también hubo algo de grata sorpresa: al fin alguien públicamente reconoce que a la Pizza la llama Picsa. Personalmente, siempre la llamé así. Desde que tengo memoria digo Picsa; nunca surtieron efecto el sinnúmero de explicaciones y de correcciones del que fui objeto acerca de cómo se debía mencionar nuestro manjar. Y tampoco sirvieron más de cinco años en la Dante Alighieri: aún hoy sigo diciendo Picsa.