miércoles, 21 de agosto de 2013

Ese no sé qué...

       No pocas veces he tratado de dilucidar qué es lo que la hace tan especial. Y finalmente puedo decir, sin temor al vituperio, que no sé la respuesta. Ni una vaga sospecha de ella.
       Y por más que quiera disimular mi ignorancia, no puedo. No sé por qué la Pizza tiene la virtud de pasar por alto brechas culturales, barreras lingüísticas, distancias generacionales, distinciones de clase, diferencias de género, antagonismos ideológicos y cualquier otra antinomia que muy posiblemente esté olvidando. Podríamos argumentar, sin exagerar mucho, que si sos un ser humano, te gusta la Pizza. De lo contrario, te recomendaría que vayas al médico. Por las dudas.
       Es difícil encontrar una comida más venerada que la Pizza. Por ejemplo, el rock nacional, género musical que no se caracteriza por dedicar estrofas ni versos, le ha ofrendado al menos tres temas a esta comida: Moscato, pizza y fainá, de Menphis la blusera; Pizza conmigo, de Alfredo Caseros; y confesiones de un comedor de Pizza, de Ariel Rot.