viernes, 26 de abril de 2013

De vuelta

    L'otro día, no hace mucho -jugaba Argentina-Venezuela, para más dato-, Salimos de Pizzas. En verdad, mis tres amigos y yo salimos a la caza  de algo parecido a un reciente mito de la nocturnidad platense: las birras de "Hermanos & Brothers"; el emprendimiento de Gustavo Astarita y Matías Perera, líderes de la legendaria banda platense Mister América.
      Singular y con muy escaza publicidad, el nombre de este Brewpub se hace familiar entre los amantes de las cervezas artesanales. Situada en la espartana esquina de 115 y 39, esta cervecería posée una peculiaridad más atractiva, al menos para nosotros, que la de elaborar su propia cerveza: Pizza es el único plato con el cual acompañar sus tres clases de birra. Así que el que suscribe aguzó el paladar para disfrutar no sólo de unas buenas birras, sino también de unas buenas Pizzas.
        Sólo abre los viernes. Y hay que reservar. De lo contrario se corre el riesgo de hacer toda la movida de gusto, y sobre todo uno se arriesga a quedarse con las ganas. Razón por la cual un par de días antes reservamos una mesa para cuatro. El viernes acordado me pasaron a buscar y nos dirigimos hacia la arrabalera esquina de "Hermanos & Brothers".

         Llegamos temprano. Demasiado tal vez; minutos pasadas las 21hs.
         Bajamos del coche y comenzamos a buscar. Con el primer sondeo no pudimos dilucidar cuál de las cuatro esquinas pertenecía a "Hermanos & Brothers": ni un cartel, ni una señal, ni siquiera un indicio que sugiriera para dónde debíamos dirigirnos. La elección fue al azar: una casa un tanto vieja con las persianas metálicas de las ventanas laterales a medio abrir. Y lo más llamativo, la entrada de la ochava, también de metal, completamente cerrada. Nos encaminamos hacia una puerta secundaria, estrechara y de madera, que daba a la calle 39. Al llegar frente a ella, nos dimos cuenta que habíamos hecho la elección correcta: una pequeña calcomanía de "Hermanos & Brothers" pegada en uno de los vidrios se interponía entre mis ojos y las mesas dispuestas en el interior de la cervecería.
        Como mencioné al comienzo, jugaba Argentina: a eso de las 21:30hs. Había que estar en el lugar a horario para no perderse nada del partido por las eliminatorias. Algunos de mis amigos ya  habían aclarado que querían ver el encuentro de fulbo. Cúando me preguntaron si había televisor, no dudé y afirmé con convicción infundada:
_ ¿Cómo no va haber televisión?
   Juega Argentina, juega Messi, pensé para mí: era una verdad de perogrullo, una obviedad casi sin sentido, por obvia nomás. Televisión hay hasta en los bondi... me dije.
    Gran error. Al traspasar la puerta, nos percatamos que no sólo éramos los primeros, sino que no había televisor alguno. Motivo por el cual, supuse, seríamos lo únicos hasta luego del partido. Pero lo que más llamó mi atención fue un grupo de hombres se habían entreverado con la persiana de la ochava que se empecinaba en no querer dejarse enrollar.
      La estética de "Hermanos & Brothers" me sedujo sin dificultad: se notaba que alguien había metido mano; que la decoración no estaba hecha al azar. Pero tampoco se había esforzado mucho. Tal vez sea eso lo que me gustaba: unos anaqueles en un rincón albergaban libros viejos y una foto retrato de Philip K. Dick igualmente antigua. Las paredes ocres, limpias y sanas, se emparentaban con el irregular moviliario de madera y con la luz mortecina que todo dejaba con escasos detalles. La barra suficientemete larga como para albergar comodamente una decena de empecinados bebedores de cerveza, permitía ver detrás, más allá de unas puertas vaiven, la cocina y los tanques en dónde se elabora la cerveza.
      Para el que suscribe, en circunstancias normales, la ausencia de televisión es un dato que suma. Y suma mucho. Pero no estaba solo y no eran normales las circunstancias: jugaba Argentina. Para dejar atrás ese trago amargo de perderse la justa deportiva, rapidamente pedimos cuatro pintas. Rapidamente las trajieron y rapidamente también las bebimos.
      Para mitigar el efecto alcoholizante del brebaje ingerido, llamamos al mozo y pedimos la carta. Pocos segundos después nos trajieron un par. Pero nos advirtieron: el maestro pizzero no llegó, todavía. Entonces elegimos una de cuatro quesos, y de mal llevados pedimos cuatro pintas más que llegaron a la mesa con la misma prontitud que las anteriores.
      Con un poco más de recato que con las primeras, bebimos la segunda andanada de cerveza. Mientras lo hacíamos vimos retirarse victoriosos aquellos hombres que hasta minutos antes se la seguían viendo mal con la persiana de la ochaba. Con la puerta abierta la cosa tenía otro color. Pero igualmente, con puerta abierta y todo, seguíamos estando solos, de este lado del mostrador.
        Recatados pero sedientos, no tardamos demasiado en aniquilar nuestras cervezas. Tras el último sorbo, llamamos al mozo y solicitamos otra vuelta. Antes de retirarse el camarero nos informó que el maestro Pizzero ya había llegado.
        Poco tiempo después arribó a nuestra mesa la tan ansiada Pizza. A la piedra y bien englobada, si vale el término. Como ya lo he dicho en otras entradas, la Pizza a la Piedra no es mi preferida, pero si viene con grandes ojos, o globos, no está nada mal. No excesivamente grande y de formato rectangular, este ejemplar descansaba en una bandeja de madera de iguales propiedades geométricas.
        Recién salida del horno, nuestra pizza en cuestión parecía solicitar coraje o paciencia para poder disfrutarla. No suelo ser muy corajudo, pero mi paciencia no suele abundar a la hora de comer, menos a la hora de comer Pizza. Así que sin mediar más que tres o cuatro segundos luego de retirado el mozo, levante la porción más cercana a mí, y me la llevé a la boca: me requemé, como era de prever. Y como era de prever también apagué el incendio con un buen sorbo de cerveza fría.
      Pasado el momento de esta ordalía a la que nadie me había obligado, no fue difícil percibir que la Pizza de Cuatro Quesos hacía honor a su nombre. Bien cargada y con una generosa dosis de queso azul, porción tras porción iban dejando claro la presencia de distintas variantes de quesos. Con incisiones bien definidas y bordes fáciles de morder, la Pizza duró en la mesa lo que un suspiro.
       Llamamos al mozo, que para esta altura de la soireé -diría mi tía Isita- ya era un amigo de toda la vida. Volvimos a la carga con otra rueda de Cerveza. Como era costumbre, minutos más tarde estaban ante nosotros. Antes que se retirara el mozo, solicitamos asesoramiento.
       _La de longaniza, va como piña. _ Creo que dijo.
      Seguimos bebiendo, charlando y tratando de averiguar cómo iba el partido. Dos a cero, nos informaron. Sin mucha demora llegó la Pizza solicitada. Personalmente, la longaniza en la Pizza no me gusta; para nada, ni siquiera su olor. Pero con el alcohol circulando por mis venas, y con lo bien que la estábamos pasando, tomé la primera que pude, quité la lonja de chacinado y le entré sin miramientos. Nada que reprochar. Aquellos que sí son de pedir Pizza Calabresa, la elogiaron con pocos matices: abundantemente provista, recién salida del horno, bien cortada, englobada como la anterior. Este espécimen también desapareció en pocos minutos.
       Repetimos el libreto: más cerveza y más Pizza. Ninguno de los dos pedidos tardó en llegar a nuestra mesa. Para esta instancia de la noche, el 3 a 0 de a Venezuela ya era historia. El boliche no demoró en contar con más comensales.
       Así continuamos, bebiendo y comiendo, hasta aproximadamente las dos de la mañana. Solicitamos la cuenta y alguna pinta de yapa. La adición estaba dentro de lo previsto: $150 por persona, con $50 pesos de propina incluida. La yapa, con gusto a poco, no sé hizo esperar.
         
            

2 comentarios:

  1. me gusto mucho la nota, porque no habla nada de cerveza artesanal,lo que uno esperaria,en el comentario se me hizo la imagen del lugar , todo, y por sobre todo se me hizo agua en la boca tras la descripcion en la espera de la tan ansiada pizza!
    realmente me dio hambre! muy bueno.
    pd: el otro socio "el alma" del bar se llama Matias Perera,
    incorporalo si se puede
    felicitacion por el blog, obviamente si de pizzas se trata anda a Loco Ponte en 18 y 70, excelentes pizzas artesanales al horno de barro y fuego a madera! abren desde miercoles a domingo




    ResponderEliminar
  2. muy buena pagina, publica los numeros de los que tienen delivery

    ResponderEliminar