viernes, 27 de septiembre de 2013

Triplete 1ra Parte

_Vamos para a esa, entonces _le contesté a Diego sin mucha convicción.
         El tono de mi voz era producto del desconocimiento. Lo único que sabía de esa Pizzería, porque me lo terminaba de decir él, era que quedaba en calle 64, a escasos metros de Club Tacuarí.
        A instancias mías ya habíamos fallado tres veces:  la idea original era ir a El Taller (ex Pancho Villa), para probar la cerveza Momentos, de la cual me habían llegado muy buenos comentarios. Y, por supuesto, dejarnos tentar por las Pizzas de este boliche que se da a conocer como Bar de Pizzas y Picadas.
         Veintiuna y treinta llegamos a la esquina de 513 y camino Centenario. Estacionamos a veinte metros del local y confirmamos lo que supusimos dos cientos metros antes: estaba cerrada y sin motivo aparente.
           Problemón si los hay: ¿Dónde tomar buena cerveza artesanal en La Plata sin tener que esperar?
         Nos comunicamos con el tercero que iba a ser de la partida. Le informamos cuál era la nueva situación, y rapidamente improvisamos un cónclave: arreglamos las coordenadas del encuentro, nos encontramos minutos despuès y nos pusimos a deliberar. No teníamos plan "b"; y estuvimos diez minutos sin poder armar uno.
          Finalmente tiré la idea,

 _Vamos a 15 y 47, ahí creo que venden Larsen. _ La propuesta fue aceptada.
         En yunta, embutidos en el auto de Diego y en el de mi hermano, salimos para Plácido. Luego de alrededor de 20 cuadras, llegamos al lugar elegido para percatarnos que también estaba cerrado.
         Nuevamente a deliberar. Nuevamente necesitábamos un plan "b", o "c". Otra vez por un rato fuimos incapaces de armarlo. Luego de unos minutos de divagues y para no pecar de pre juiciosos,  Diego dió la orden de rumbear hacia Antares. Totalmente inútil: colmado hasta más no poder. Si deseábamos anclar aquí, debíamos esperar quién sabe cuánto: la única información brindada, con la frialdad de quién cree tener la vaca atada, era que se debían desocupar tres mesas. Y habiendo cerveceros empedernidos de por medio, esto podía significar tanto 15 minutos como dos horas.
         Seguíamos sin destino cierto y cada vez con menos paciencia. Transcurridos unos minutos, lo único que pudimos acordar fue probar por la zona de 17 y 71.  En camino hacia allá, me acordé de la sugerencia de uno de los únicos dos comentarios que ha podido recolectar este blog. Así fue que dije:
_ Y si vamos a Loco Ponte.
Diego aceptó enseguida. Tras cartón preguntó, _ ¿Dónde queda?
_ Por la zona de 17 y 70 _informé sin mucha precisión. Para achicar el rango de búsqueda apelamos a la tecnología del momento. Con el smart phone del conductor del otro auto, certificamos que nuestro destino era 18 y 70.
      Llegamos en pocos minutos. Y aún más rapidamente corroboramos que como reza el dicho, no hay dos sin tres: estaba cerrado. 
_Pero la puta madre, che!!! _Dijimos a dúo. Sin detenernos giramos por calle 18. El piloto un poco hastiado, sugirió con cierto tono imperativo.
_Vamos a Quijote
_Vamos a esa, entonces. _Asentí y callé. Sabía que por hoy estaba inhabilitado para realizar más propuestas.
        

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