domingo, 14 de octubre de 2012

Se va la primera

             Al fin. Sí al fin nos decidimos y salimos a la caza de nuestra primera Pizza.
      Aunque no era nuestra intención, era previsible.  Luego de toparnos con algunas puertas sorpresivamente cerradas, terminamos en GorII; diag 77 y 10, casi 42. Como si supiéramos algo de lo que queremos escribir, en nuestro primer safari pizzerístico, nos acompañaron, o mejor dicho se presentaron un puñado de items que han sido tema de entradas en nuestro blog.
      Sábado soleado de primavera. Mediodía casi en punto. Ineludible y deseable, salimos en familia a la búsqueda de nuestra presa. Quizá por ello fuimos a lo seguro: GorII es un clásico platense, o se le asemeja bastante. Con sus pros y sus contras, sabíamos a qué podíamos atenernos. Así que rumbeamos para dónde era indicado y en pocos minutos estábamos ingresando en la Pizzería de marras.
       GorII tiene algo que la hace diferente. Debe haber a quiénes no les guste, pero eso no la iguala a las demás. Haciendo un análisis elemental y meramente decorativo, son los colores ocres y la abundancia de algarrobo del mobiliario y la barra la que le da una calidez particular y propicia para degustar una buena Pizza. Que el local en que se halla hubicada se trate de una ochaba de ángulo cerrado también le brinda un toque de singularidad, aunque no es la única Pizzería en la ciudad de La Plata con esta característica.
      La puerta principal se halla empotrada en la ochaba misma. Por ahí ingresamos. Luego de dejar atrás las puertas vaivén de madera y vidrio comenzamos a otear el panorama. Había gente, pero bastante poca. Eso es bueno. Por lo menos para nosotros, de este lado del mostrador. Elegimos la mesa entre las muchas vacías y nos sentamos lindantes a una de las tantas ventanas que caracterizan GorII. Ésta en particular permitía ver la diagonal 75.
      Sin demora, el mozo, portando pequeñas canastas con manies con cáscara, se acercó a dónde estábamos. Luego de posar lo que traía sobre la mesa, dejó caer suavemente el típico
-¿Qué van a pedir?
      Como suele suceder, lo único inmediato, fue la elección de la bebida. Sólo gaseosas: dos colas y una naranja. Un dato no menor. Entre las birras a disposición, que no son muchas, se encuentra la Stella Artois, de lo mejor del mercado nacional. Esta cerveza puede ser bebida en GorII en la ornamental copa  Stella Artois. Un detalle que puede no ser gravitante, pero que suma a la hora de hacer el balance general.
       Luego sobrevino la breve pero infaltable negociación intra familiar sobre la Pizza a elegir. Nos debatimos entre una Tres Quesos y una Provolone. Finalmente nos decidimos por la segunda. La tres quesos (por qué no cuatro, chi lo sa?) está conformada por Mozzarella, Provolone, y Queso Azul (ex-Roquefort). La de Provolone es la clásica de Mozzarella a la cuál se le agrega Provolone rayado.
       Varias particularidades más se pueden precisar de GorII. Sin embargo las dejaremos para otras entradas dedicadas a otras Pizzas. Esta Pizzería cuenta con un puñado de ejemplares especialmente ponderables, como la Napolitana con ajo y la de Mozzarella. De manera enfática hay que señalar la Pizza insignia de GorII, la de Panceta con aceitunas negras. Pero como acabamos de decir, todo esto quedará para más adelante.
       Afortunadamente la de Provolone en cuestión no tardó en llegar. Si algo caracteriza las Pizzas de GorII es su masa de molde: particularmente crocante y de ojos grandes. Esta no era la excepción. Y dichas características estaban bien marcadas. Un detalle de suma importancia, como lo hemos mencionado en repetidas oportunidades, es la temperatura de la Pizza. En este caso era la ideal, incluso hasta se podía esperar unos minutos para que disminuyera y evitar así salir dañado de la primera ingesta. La cantidad de queso también era cercana a la ideal según nuestro paladar.
      El color amarillo del provolone obscurecido por acción del calor, en sintonía con el tono amarronado de los bordes, todo armonizado con las lineas que dejaban las incisuras de las porciones que confluían hacia el centro, formaban una postal propia de publicidad. El único detalle que restó minimamente, fue justamente el de las mencionadas incisuras: no eran a fondo. Y para separar una porción de otra había que incarle el cuchillo.
       Finalmente llegó la hora de la cuenta. Cómo se habrá notado, se trató de una comida frugal: una de Provolone, tres gaseosas y tres flanes con dulce de leche. Podríamos haber comido bastante más. Pero no hizo falta. Todo $156.
      De uno a diez, no cabe duda: GorII,se lleva un diez.
       
       
      
        

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