miércoles, 30 de octubre de 2013

Matrimonio de conveniencia



Pizza con lo que haya en este vaso


                  Me cuesta. Sin dudas me resulta difícil aceptar todas las bondades que se postulan sobre el matrimonio. Y menos aún en el ámbito de la gastronomía. Es más, en lo que a bebidas y comestibles se refiere, predico el noviazgo condicional. 
                  Sí!!! como lo leen. A la hora de comer, nada de compromisos eternos y forzados, muchas veces por el que dirán. Por el contrario, como dije, pregono sólo noviazgos fogosos y condicionados por una combinación coyuntural de factores de distinta clase: a la hora de comer no hay nada mejor que un equilibrio entre lo que a uno le gusta, y lo que uno puede disponer.


                  Por ejemplo, hoy por hoy, es un acuerdo tácito acompañar una Pizza de Musarela con una buena y fría birra bien lupulada y amarga, como una Warsteiner -para hablar de marcas comerciales-, o una Heineken, con menos amargor y más aroma que la anterior. Sin embargo, no me van a ver a mí andar por los rincones despotricando porque la situación obligó a que a la mentada Pizza se la escolte con vino de mesa con soda, o con Moscato con mucho hielo. Y hasta puedo aceptar una una Quilmes o una Budweiser, aunque me cueste, si la siutación así lo amerita.
                 El 98,3% de lo escrito al respecto postula todo lo contrario. De hecho, para dar cuenta de lo equivocado que estamos al pensar así, están los sommerliers y toda la literatura que sustenta su saber. Allá ellos. Nosotros somos más prosaicos. Y hasta acomodaticios si se quiere.
             Y muchas veces no es una cuestión de resignarse a lo que que hay. Como decía mi abuelo Antonio, rico no es lo que es rico, sino lo que a uno le gusta. Y recuerdo ocasiones memorables en dónde gustos, mis amigos y yo, a la vera de la ruta, le entrábamos a un inefable queso fresco con ginebra;  o kilómetros más tarde hacíamos lo propio con un vino llamado Mar de Arenas y algo parecido a un salame,  en un cuchitril que alguna vez fue un garage, y que se esforzaba por oficiar de fonda.
              Así que no demos más vueltas y disfrutemos que la vida es corta y tenemos de sobra con que hacerlo.
                 

             

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